El silencio mata, el perdón sana

El conflicto armado en el Catatumbo dejó miles de víctimas, incontables cicatrices y lesiones en los cuerpos de algunos de sus habitantes. Una guerra absurda que enfrentó a las comunidades más pobres y que marcó la historia de generaciones de colombianos. Gracias al Acuerdo de paz, los excombatientes de las Farc, hoy en la vida civil, pueden recordar el dolor de la guerra en un hecho de reconocimiento, entendiendo que las heridas demorarán en sanar.

La historia de Colombia le tendrá que concederle el puesto que se merecen las víctimas. Esas personas que vieron desde sus casas los enfrentamientos armados, que callaron lo que veían por miedo, que se desplazaron a otros municipios para sobrevivir, huyendo de las balas. Esas víctimas que sufrieron los peores vejámenes de la guerra no quieren callar, saben que el silencio
puede ser la peor condena.