Bari caiqueba aba inshqui – Todos para todo y por todo

Judith es la primera cacica del pueblo Barí, nos habló de la historia, de los sueños y de los miedos de un pueblo que se resiste a desaparecer. 

Dicen que en medio de la belleza de un espacio infinito, Sabaseba creó la vida y con ella la razón de existir de un pueblo: Ishtana, que es la tierra. Pero en la tierra no había más vida que Nankadura, la piña. No existía la selva, los peces, ni gente alguna. Sabaseba tuvo hambre y recurrió a la piña, cuando cortó la primera salió un barí hombre, de la segunda una mujer barira, y de la tercera un niño, Bakurita, todos alegres. Los primeros barí, ancestros, fueron llamados Saimadoyi o auxiliares de Sabaseba y junto a él trabajaron en la reconstrucción del mundo. 

Sabaseba vio la necesidad de iluminar y buscó entre los barí a alguien que brillara al usar un collar de plumas de tucán que él mismo había hecho. Nandu, un barí lleno de llagas y el más enfermo de todos, en el momento de usar el collar se iluminó y se vio el resplandor que exclamaba: “Räcuyobimay qui mani varouba” (nací para  nunca  volver). Desde entonces fue el sol, quien usaba las plumas durante el día y se las quitaba en la noche. Sabaseba creó los animales, el tigre que proviene del arcoíris, la kuara era un barí que en una ocasión salió de noche y se convirtió en guartinaja. Otro, que puso su arco al final de la columna vertebral y un poco de algodón en la frente, se convirtió en barashina, un mico. Se rumorea también que los barí que no cumplen con los mandatos de protección de la naturaleza nunca vuelven a ser gente. 

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Mi nombre es Judith Azoira Sagdabara, cacica gobernadora del resguardo Catalaura y a la vez cacica de la comunidad de Caricachaboquira. Para hacer un contexto, el resguardo Catalaura está ubicado en Tibú, compuesto por dos comunidades: Caricachaboquira  y Bacuboquira.  

Tengo el cabello liso y negro, los ojos un poco rasgados como los de mis ancestros y la piel dorada por el sol. Soy cacica desde hace cuatro años y estoy orgullosa de serlo. Este trabajo ha sido agotador, siento que ha representado para mí una triple responsabilidad: soy mamá, esposa y lideresa de mi comunidad. La vida ha puesto a prueba toda mi fortaleza y el año pasado mi hijo retornó a la compañía de Sabaseba. Sin embargo, trabajo con mucho amor y empeño por mi pueblo y su grandeza, siento que llevo el liderazgo en la sangre, mi papá fue cacique, un gran cacique, un gran líder, de él aprendí el papel de liderazgo y por eso aquí estoy. 

Soy la primera cacica en la historia del pueblo Barí. Los caciques antes se elegían por herencia, y aunque algunas comunidades todavía lo practican, otras ya hemos cambiado y lo hemos reformado un poco, ahora nos fijamos en el liderazgo que tenga la persona. Otra cosa importante que ha cambiado es que nosotros en el pueblo Barí no teníamos cacicazgos de mujeres, porque la cultura siempre ha sido muy machista, pero con mi llegada a este lugar se ha roto un poco esa barrera. Ellos creían que las mujeres son de la casa, la cocina, para los hijos, para el marido. Conmigo se rompió eso. Por ejemplo, en Bacuboquira ahora hay otra mujer cacica, y en comunidades del otro resguardo hay cacicas. Lideramos procesos, resolvemos conflictos internos y externos, y luchamos por la pervivencia de nuestro pueblo. 

Estudié gracias a mi papá, hice el bachillerato fuera de este territorio, seis años interna en Iberia,  Cundinamarca. Cuando volví, inicié como docente en la escuela, estuve también como secretaria en el tiempo en el que el pueblo Barí tenía una sola organización: Asocbarí Consejo. En el 2005, empezamos un proceso en la coordinación de educación. En el 2010 salió la resolución de la creación de una institución etno-educativa. Después, estuve como segunda cacica de la comunidad, hasta el 2016, el año en el que me dieron la oportunidad de ser cacica, la comunidad vio en mí el liderazgo de todos estos procesos.

Ser cacica también es enfrentar muchas cosas, uno aprende a recibir golpes, hay subidas y bajadas. Trabajo a diario en buscar soluciones para múltiples cosas que afectan a mi pueblo y nuestro territorio. El resguardo está rodeado de campesinos y estamos expuestos a varios problemas, dentro de ellos que los jóvenes poco a poco han ido abandonando nuestras tradiciones, estamos rodeados de cultivos ilícitos y muchas veces van en busca del dinero fácil. Nosotros vivimos dentro del  resguardo, pero para hacer nuestras prácticas culturales salimos a las veredas de alrededor y siempre tenemos esa angustia de que algo nos pueda suceder, estamos acechados por grupos armados de todos los sectores.

A pesar de todo eso, nosotros seguimos resistiendo. Desde la dignidad de nuestra historia, desde la conquista, nos han querido desaparecer, nos han querido acabar, pero nosotros seguimos de pie. A pesar de que nos fueron arrinconando y ya prácticamente vivimos en las montañas, seguimos resistiendo, permaneciendo en nuestra propia cultura, en nuestras costumbres. El vestuario lo perdimos. Tenemos la lengua barí-ara. A pesar de todo seguimos existiendo. 

Aunque este año la pandemia nos detuvo un poco, en los años anteriores siempre estuvimos reunidos con las comunidades campesinas, dialogando y dándoles a conocer la importancia del territorio para nosotros. Para nosotros el territorio es la madre y es la que nos da todo, entonces buscamos hacer conciencia con los campesinos para el cuidado y la protección del medioambiente. Parte de esta lucha también está en lograr que los niños y jóvenes del pueblo Barí permanezcan fieles a las tradiciones. En la comunidad hacemos reuniones cada ocho o cada quince días, ahí  socializamos nuestros valores, nuestros principios, lo que piensan los abuelos, los mismos ancianos son los que hablan. Conocemos el valor del dinero y su necesidad, pero no es todo en la vida. Nuestros ancianos nos llaman constantemente a trabajar lo propio, a cultivar plátano, yuca, maíz, cacao. 

A todo esto se suma el gran problema de la permanencia de grupos armados en el territorio, necesitamos que ellos respeten la autonomía y el gobierno propio de nosotros. Queremos respeto de todos los räbadora que cohabitan Ishtana, el pueblo Barí fue el primero que habitó este territorio, los otros son nuestros hermanos, pero vinieron después de nosotros. Y a pesar de todos los saqueos, los desplazamientos, asesinatos y abusos, continuamos aquí. Hemos vivido todos los tiempos de este territorio, somos un pueblo que ha resistido. 

Los räbadora llegaron a un territorio poblado por nuestros ancestros. La conquista fue un gran genocidio, exterminaron cada día un ser de la selva: pagaban por cabeza de un “indio”, palabra que utilizan para referirse a nosotros; gran equivocación, pues en verdad somos barí, nombre que significa “gente”.  Queremos el fin de los abusos, protección para el territorio, salud, educación y respeto por nuestras tradiciones. Trabajar como la hormiga, Ka, Inshqui Sackayba, porque se trabaja unidos.*


Información sobre el origen y la historia del pueblo Barí fueron tomadas de la página http://www.asocbari.org

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Autores

Ángela Martin Laiton

Editora

Soy periodista graduada de la Universidad Santo Tomás en Bogotá, hice una especialización en
periodismo narrativo en la Fundación Tomás Eloy Martínez de Buenos Aires y en esa misma ciudad
cursé la maestría de Literaturas de América Latina en la Universidad Nacional de San Martín. Me
gustan las crónicas, los perfiles, que la gente me cuente sus historias o espiarlas en las
conversaciones ajenas de los buses y cafés.